
En breve comenzará el
Festival de Cine Europeo de Sevilla, que como viene siendo costumbre últimamente, encarga su imagen gráfica a un director de cine aficionado a los pinceles, en este caso a Peter Greenaway. Jamás me atrevería a dudar del talento cinematográfico del señor Greenaway, pero la decisión de los responsables del certamen me parece cuanto menos discutible.
Demostrar genialidad en una faceta artística no es extrapolable a otras disciplinas necesariamente, como se ha comprobado en los últimos años en los carteles del Festival (para muestra,
el del año pasado, rozaba lo bochornoso). No creo que nadie invitara a Nacho Vidal a tocar con una orquesta de cámara, por mucho que en su casa practique con la flauta travesera.